El centro de la Tierra es un imán gigante que una vez cada cientos de miles de años se debilita e invierte sus polos magnéticos. La última vez que eso ocurrió fue hace 786.000 años y el proceso tardó menos de un siglo en completarse, precisa el estudio.
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Aparte de reorientar la brújula, obligar a Santa Claus a cambiar de dirección y dañar las redes eléctricas, la inversión también afectaría a nuestros organismos, escribe el sitio informativo 'Raw Story'.
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El campo magnético que nos protege de las partículas energéticas del sol y los rayos cósmicos se debilitaría y dejaría pasar esas partículas, lo que implicaría un aumento de los casos de cáncer de piel, afirman los científicos.
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A tenor de los datos de un estudio sobre la correlación entre la salud mental y el campo magnético, las tormentas geomagnéticas aumentan la sensación de depresión y hacen que algunas personas sean más proclives al suicidio. Sin embargo, sigue desconociéndose qué repercusiones tendría una inversión magnética para el estado mental del ser humano.