Una plaza pública del año 950 a.C. con edificios ceremoniales, descubierta en el sitio arqueológico El Ceibal (Guatemala) por los arqueólogos Takeshi Inomata y Daniela Triadan, de la Universidad de Arizona, sugiere que a medida que la sociedad maya pasó de una fuerte dependencia de recolección a la agricultura, las comunidades móviles y los grupos asentados coexistieron, y podrían haber llegado a colaborar en proyectos de construcción y participar en las ceremonias públicas.
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El estudio, publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences', desafía dos hipótesis comunes: que los grupos móviles y sedentarios mantuvieron comunidades separadas, y que los edificios públicos fueron construidos sólo después de que la sociedad había plenamente echado raíces. Según Inomata, es "la primera evidencia relativamente concreta de que las personas móviles y sedentarias se unieron para construir un centro ceremonial".
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