De acuerdo con el estudio, publicado en la revista 'Biogeosciences', estas áreas empobrecidas de oxígeno se forman en remolinos que se mueven hacia el oeste a una velocidad de 4 o 5 kilómetros al día. La mayoría de los animales marinos son incapaces de sobrevivir en estas zonas, habitables solo para ciertos microorganismos; por lo tanto, la presencia de este tipo de remolinos en una región podría provocar una muerte en masa de los peces que respiran el 'agua muerta'.
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Los científicos explican que este tipo de condiciones se crea debido a la rápida circulación del agua dentro de los remolinos, lo que dificulta el intercambio de oxígeno. Por otro lado, la rotación forma en la parte superior de los remolinos una capa de varias decenas de metros de espesor que favorece al crecimiento de plantas que al descomponerse consumen el oxígeno.
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"Antes de nuestro estudio, se creía que las aguas abiertas del Atlántico Norte tenían concentraciones mínimas de oxígeno de aproximadamente 40 micromoles por litro de agua de mar", señala Johannes Karstensen, el autor principal del estudio e investigador del Centro Helmholtz de Investigación Oceánica GEOMAR (Alemania). No obstante, de acuerdo con el trabajo, los niveles mínimos de oxígeno en las zonas recién descubiertas son unas 20 veces inferiores a los detectados en mediciones anteriores.
Según advierten los investigadores, además de su impacto ambiental, las zonas muertas pueden tener repercusiones económicas negativas, especialmente en el sector pesquero, ya que los bajos niveles de oxígeno ya han sido vinculados con la reducción de la población de peces en el mar Báltico y otras partes del mundo.