Un equipo de investigadores rusos analizó una base de datos de explosiones nucleares subterráneas que se llevaron a cabo entre la URSS y EE.UU. y la comparó con la información disponible sobre los grandes terremotos ocurridos en el período 1900-2008. Se encontró que entre los años 1957 y 1992 (momento en que las potencias nucleares se encontraban realizando pruebas) no tuvieron lugar grandes terremotos con elevada magnitud, informa el diario ruso 'Komsomólskaya Pravda'.
"Las explosiones nucleares alivian la tensión en la corteza. ¿Por qué se producen los devastadores temblores? Debido a que las placas tectónicas se arrastran una sobre otra. En algún punto, la placa no puede soportar la enorme presión y se rompe. Por eso sucede un terremoto. Una explosión nuclear lo que hace es sacudir la placa y aliviar un poco el 'estrés'", afirma uno de los autores del estudio, Yevgeny Polyachenko, del Instituto de Física y Tecnología de Moscú.
Con esto, Polyachenko sostiene que la reserva de energía en el punto de contacto entre las placas tectónicas ya no es tan colosal, por lo que la magnitud de los sismos, aunque sigan ocurriendo, es mucho menor.
En relación a los efectos secundarios que podría tener la aplicación práctica de esta idea, el autor sostiene que "un terremoto de 7,8 puntos es algo demasiado poderoso". "Entonces surge la pregunta: ¿cuál de las dos opciones da más miedo? Un terremoto que teóricamente podría devastar una ciudad entera o una detonación nuclear en un determinado barrio", plantea.
"Hemos señalado un hecho interesante. Al menos las explosiones nucleares tuvieron un tipo de consecuencia positiva para la humanidad. Tal vez, con el tiempo se sepa cómo realizar explosiones controladas y seguras para que las ciudades no tiemblen", sentencia.