El portal IFL Science ha consultado a Robin Andrews, un vulcanólogo de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, para averiguar qué sucedería si una bomba nuclear fuera lanzada en un volcán. En realidad, resulta que no pasaría nada especial: la bomba se derretiría en el magma sin iniciar una reacción nuclear.
El experto argumenta que para desencadenar una reacción nuclear y crear una explosión catastrófica habría que detonar la bomba por encima de la boca del volcán, o transportarla de alguna manera hasta el centro de la cámara magmática.
De estas dos opciones, detonar la bomba nuclear por encima de la boca del volcán causaría la menor explosión. Si se trata de un estratovolcán (volcán de forma cónica), entonces causaría pequeños estragos en el mismo, pero probablemente no provocaría una erupción. El radio de la explosión de la bomba es demasiado pequeño como para llegar a la cámara de presión del magma que desencadena una explosión.
Mientras tanto, la bomba por si misma produciría una bola de fuego que incineraría todo a su alrededor y formaría una clásica nube en forma de hongo. Además, una onda expansiva derribaría edificios, y la gente en el radio de alcance de la bomba sufriría una dosis letal de radiación.
Una real destrucción tendría lugar si la bomba fuera repentinamente transportada a la cámara de magma, de 1 a 10 kilómetros bajo la tierra. El magma se encuentra en un estado semisólido, semilíquido, pero el destello inicial de la bomba lo haría hervir rápidamente.
"Se calentaría tan rápidamente que se convertiría en vapor, y de tal modo se obtendría una enorme cavidad de vapor", explica Robin Andrews. "Sería algo parecido a cuando se agita una botella de Coca-Cola, pero se trataría de una sola burbuja masiva en lugar de un montón de pequeñas".
La bomba mezclaría el magma local, la roca y la tierra con partículas radioactivas, mientras que en la cámara se crearía rápidamente una enorme cantidad de presión. "Habría un solo lugar a donde irían ese magma, la roca y la presión: fuera", sostiene el medio.
En este caso lo más peligroso y mortal no sería la lava, sino las cenizas arrojadas por el volcán, puesto que serían radioactivas. Y la potencia de la reacción en cadena de la bomba empujaría más ceniza en el medio ambiente durante un prolongado período de tiempo, provocando riesgos de contaminación a largo plazo.