Según informa el portal 'Business Insider', en la práctica la nueva tecnología podría modificar, por ejemplo, los mosquitos para evitar que se propaguen enfermedades como la malaria y el dengue, o hacer los cultivos agrícolas resistentes a las plagas. "Pero esto podría ir terriblemente mal si uno de estos genes se propaga a través de una población como la pólvora causando efectos no deseados".
En un estudio reciente, un equipo de científicos de la Universidad de Cornell (EE.UU.) creó un modelo matemático para que uno de estos genes modificados se extienda con rapidez a través de una población, un fenómeno conocido como 'unidad genética'. Sus hallazgos fueron inquietantes: un gen retocado se propagó en una población al pasar solo unas pocas decenas de generaciones. En comparación, un gen de origen natural tardaría cientos de generaciones para llegar a la misma frecuencia, afirman los investigadores.
En cuanto a los efectos no deseados, los científicos afirman que en la naturaleza las mutaciones genéticas casi siempre pierden, porque la mayoría de ellas son malas y es poco probable que cualquier animal que recibe genes inusuales sobreviva y se reproduzca. Así, el CRISPR introducido en los mosquitos, por ejemplo, podría hacer estériles a los machos. Otro problema es que un gen modificado podría ser transferido a otras especies para las cuales podría resultar letal. Por ejemplo, de los mosquitos portadores del dengue a las abejas, cuyas poblaciones ya están sufriendo descensos misteriosos.