Borísov relata que a mediados del siglo XIII Hulagu Kan, el máximo gobernante de los mongoles, se dirigió hacia el mar Mediterráneo, supuestamente para expandir su territorio. Borísov destaca que el kan era de religión budista y su esposa, cristiana, igual que la mayoría de los miembros de su Ejército y uno de sus principales comandantes, Kit Bug-Noin.
Durante su exitosa ofensiva el kan consiguió varios aliados, entre ellos el rey de Armenia Inferior Getum I, y logró llegar a las puertas de Damasco, ciudad que asedió y tomó bajo su control.
Sin embargo, los cruzados de la Orden de San Juan de Jerusalén y la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, más conocidos como caballeros templarios, se opusieron a su avance.
Hace más de 700 años todos perseguían objetivos particularistas. Igual que hoy
Las relaciones entre los mongoles y el Imperio bizantino también eran tensas. Los griegos estaban entonces librando con éxito batallas contra los latinos y estaban a punto de retomar la ciudad de Constantinopla, que los latinos habían conquistado durante la cuarta cruzada. Por lo tanto los mongoles, a los que los griegos consideraban unos nuevos agresores extraños, no prometían augurar nada bueno. Además, el emperador bizantino, Juan Vatatzés, acogió en tierras de su imperio al kan Kotian, el gobernante de los cumanos, viejos enemigos de los mongoles.
Los mongoles buscaron una alianza con el papa en 1248. Muchos asumieron que una carta que Hulagu kan mandó al pontífice contenía una propuesta para iniciar una guerra contra Vatatzés, "el cismático, el hijo rebelde de la curia papal". Esta propuesta, al parecer, el sumo pontífice la encontró interesante, opina Borísov. Pero por razones desconocidas el acuerdo no tuvo lugar.
En 1259 los mongoles estaban ya cerca de Gaza y se encontraban en plena disposición para asaltar Jerusalén. Fue en este momento cuando Hulagu Kan se enteró de la muerte del kan supremo. Como consecuencia rápidamente regresó a Irán para proteger su poder ante algunos de sus familiares ansiosos de acceder al trono.
Como resultado, en Palestina solo quedó el régimen de Kit Bug-Noin. En septiembre de 1260 los mamelucos del sultán Kuttuz lo derrotaron y ejecutaron a su comandante. En poco tiempo liberaron toda Siria del poder de los mongoles.
El autor continúa afirmando que "hace más de 700 años todos perseguían objetivos particularistas. Igual que hoy".
"No podemos olvidar que cualquier enfrentamiento multiétnico en estos territorios conflictivos tenga no solo consecuencias históricas específicas, sino implicaciones globales", concluye Borísov.