La controversia envuelve al histórico descubrimiento de la nueva especie humana Homo naledi
La forma en que se ha dado a conocer el descubrimiento de la especie huamana del Homo naledi por parte de un equipo dirigido por el paleontólogo Lee Berger ha estado envuelta en la polémica desde el primer momento. La paleontología destaca por el tiempo que los expertos de alto nivel invierten en sus estudios antes de publicar sus resultados y por mantener, por ejemplo, un estricto control de los fósiles hallados en todo monento. En ocasiones, este tipo de procesos duran más de una década.
Por el contrario, Berger y su equipo han actuado en esta ocasión con extraordinaria rapidez, bajo el resplandor de las cámaras de National Geographic y utilizando equipos de jóvenes investigadores para ayudar a publicar sus resultados en una revista de acceso abierto, informa 'The Guardian'. "Decir que los cazadores de fósiles de la vieja escuela lo desaprueban sería una especie de eufemismo", apunta el diario.
"Un circo mediático"
Numerosos expertos sostienen que la forma en que los hallazgos fueron revelados y analizados –en menos de dos años– representa un precedente peligroso y "un circo mediático" que amenaza con dividir la paleontología en escuelas viejas y nuevas y puede dañar los intentos de comprender el camino de la evolución humana.
Entre estos críticos se encuentra el paleontólogo Tim White, de la Universidad de California, quien indica que "no se puede hacer buena ciencia con los periodistas respirándote en la nuca" y destaca que Berger les trajo desde el principio "para filmar todo lo que estaban haciendo", lo que tuvo "un impacto negativo en su trabajo". "Los camarógrafos y productores cuestan dinero y, en consecuencia, las cosas se precipitaron (...) hacer las cosas corriendo, en particular para que se adapten a los cineastas, es muy peligroso", apunta.
"Las prisas dañaron los huesos"
Otros críticos alegan que los huesos hallados en la profunda cueva llamada Rising Star, a unos 50 kilómetros de Johannesburgo, fueron dañados por las excavadoras que trabajaban a toda prisa: muchos de los fragmentos tienen manchas blancas, que representan rupturas frescas.
Por su parte, Berger ha rechazado estas acusaciones alegando que incluso antes de comenzar con las excavaciones estas ya existían. "Se trata de una cámara que fue ampliamente utilizada por espeleólogos aficionados; ellos fueron los que causaron el daño. Es por ello que fuimos tan rápido, para detener un daño mayor", indica.
Además, el hecho de que Berger utilice mujeres espeleólogas para recuperar los huesos del Homo naledi con el argumento de que eran las únicas personas lo suficientemente pequeñas para entrar en la cámara no ha hecho más que añadir más polémica a la situación. "Hay muchos espeleólogos masculinos que podían haber entrado allí, pero eso habría echado a perder el gancho publicitario", apunta un crítico.
Jóvenes recién doctorados y revista de "bajo impacto", ¿la mejor elección?
Tras la extracción de las 1.500 piezas fósiles, Berger realizó un taller en Johannesburgo al que invitó a todos los especialistas interesados recién graduados o doctorados. Este hecho contrasta con el proceso lento y habitual en el que participan expertos con decenas de años de experiencia a sus espaldas. "En esencia teníamos el número de personas suficiente, así que podíamos avanzar más rápido", declaró Berger.
En relación a la publicación en la que publicar los resultados del estudio, Berger ha afirmado que evitó revistas "de alto impacto" como 'Nature' o 'Science' debido a que su proceso de revisión –en el que pares académicos examinan el trabajo de sus contrapartes–exige mucho tiempo. En su lugar, optó por eLife, una revista de libre acceso en línea que tiene un proceso de revisión mucho más sencillo y rápido.
Además, numerosos expertos señalan que el contenido contiene errores. Por ejemplo, algunas de las conclusiones de Berger acerca de que el Homo naledi es una especie distinta del Homo erectus se basan en diferencias en las características craneales. Este sostiene que el primero posee una protuberancia occipital externa en contraposición al segundo. Ante esta afirmación, White indica que el Homo Erectus sí tiene esta protuberancia occipital. "Es un error muy básico", sentencia.