Los médicos pueden hacer frente con bastante éxito a varias enfermedades psíquicas detalladamente estudiadas. Sin embargo, existen trastornos que pueden suponer un reto para los psiquiatras y la muerte para el paciente. Este es el caso del síndrome de Cotard, conocido también entre los especialistas como el delirio de la negación y, popularmente, como el síndrome del 'cadáver andante'.
Por vez primera ese trastorno fue descrito por el médico francés Jules Cotard en 1880. Una de sus pacientes afirmaba no estar viva y se negaba a comer y a beber (porque los muertos no comen ni beben), lo que tuvo como consecuencia que muriera de desnutrición. El neurólogo mencionó otros casos en los que los enfermos estaban convencidos de que les faltaba algún órgano vital. Algunos también creían que no existían ni las demás personas ni el mundo como tal, sino solo el vacío que rodeaba lo que les quedaba de cuerpo.
La psiquiatría contemporánea vincula el síndrome de Cotard con estados de depresión, alucinaciones y la pérdida parcial de memoria. Un sondeo de pacientes con síntomas parecidos a los de la enfermedad del 'cadáver andante' realizado en Hong Kong (China) a finales del siglo XX descubrió que todos los enfermos sufrían depresión; en aquellos casos un tratamiento rápido y eficaz propició la desaparición de los síntomas.
Un grupo de científicos occidentales sometió a los enfermos con delirio de negación a una tomografía con emisión de positrones para registrar los procesos metabólicos en el cerebro. Se reveló que en unas vastas regiones del lóbulo frontal y el parietal el metabolismo era muy débil, casi vegetativo. Esta condición cerebral podría haber sido inducida por las pastillas antidepresivas, que todos los pacientes tomaban en grandes cantidades.
Los expertos del Centro Científico Estatal V.P. Serbski de Psiquiatría Social y Judicial, con sede en Moscú, no descartan que en un futuro el síndrome de Cotard pueda tener mucha más incidencia en la población mundial. Según detalla una publicación del diario 'Rossíiskaya Gazeta', a su propagación puede contribuir el aumento del miedo a la amenaza terrorista, los cataclismos globales y las guerras. Hay que prepararse para un brote de 'cadáveres andantes', advierten los médicos citados por el diario.
El síndrome puede desarrollarse a cualquier edad, pero se manifiesta más a menudo en personas que han llegado a la mitad de su ciclo de vida, especialmente en mujeres. Antes de que los síntomas claros de la enfermedad se hagan evidentes, el paciente pasa por un período de ansiedad o intranquilidad que dura entre algunas semanas y varios años.