Científicos franceses lograron por primera vez en la historia demostrar que un organismo unicelular sin cerebro tiene la capacidad de aprender. Su estudio, publicado en la revista 'Proceedings of the Royal Society B', podría hacer que la ciencia reconsiderara los orígenes primordiales de aprendizaje, que habrían tenido lugar mucho antes de la evolución de las formas de vida con cerebro.
Un equipo de investigadores del Centro de Investigación de Cognición Animal de la Universidad de Toulouse III-Paul Sabatier y del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS, Francia) estudiaron el moho mucilaginoso 'Physarum polycephalum' y descubrieron que es capaz de reproducir una forma de aprendizaje llamada 'habituación'.
La capacidad fue descubierta en un experimento en el que los científicos expusieron a dos grupos de este organismo a la tarea de superar diferentes obstáculos. El primer grupo tenía que alcanzar una fuente de alimento a través de un 'puente' con sustancias desconocidas pero inofensivas (quinina y cafeína) y el segundo tenía simplemente que cruzar un 'puente' sin obstáculos.
Tras seis días, los organismos que atravesaban la quinina o la cafeína se comportaron de la misma manera que el grupo que no se enfrentó a ninguna sustancia, señalan los investigadores. En otras palabras, lograron aprender que la quinina y la cafeína no les resultaban nocivas.
El 'Physarum polycephalum' es un organismo perteneciente a las protistas, lo que significa que no son ni plantas, ni animales, ni hongos. Estos eucariotas primitivos aparecieron por primera vez hace 1,5 millones de años. Ahora la investigación abre la posibilidad de buscar otros tipos de aprendizajes en organismos muy simples como los virus o las bacterias.