A veces los avances científicos son tan asombrosos que parecen magia. Algo así es lo que ha conseguido el equipo de neurocirujanos del doctor Juan Antonio Barcia: han logrado cambiar de sitio algunas funciones del cerebro para poder extirpar los tumores con mayor eficacia y sin producir lesiones al paciente.
En muchos casos, cuando un tumor cerebral afecta alguna de las zonas cerebrales llamadas “elocuentes” (es decir, asociadas a importantes funciones como la motricidad o el habla) el cirujano ve muy limitadas sus posibilidades de acción: extirpa el tumor hasta donde puede sin dañar la zona afectada, y no siempre puede avanzar lo suficiente en la resección.
Es algo así como cambiar los muebles de sitio para poder limpiar la casa más a fondo
La técnica desarrollada por el doctor Juan Alberto Barcia, Jefe de Neurocirugía del Hospital Clínico San Carlos de Madrid está indicada específicamente para un tipo de neoplasia llamada glioma y permite, mediante la aplicación de una pequeña manta de electrodos sobre la zona elocuente afectada por el tumor, acelerar artificialmente el deterioro de ese área para forzar al cerebro a que reubique la función correspondiente en alguna otra zona (para lo cual también hace falta cierto trabajo de ejercitación y rehabilitación específica). Es algo así como cambiar los muebles de sitio para poder limpiar la casa más a fondo. Esta capacidad que tiene el cerebro para modificar su propia estructura interna se llama “plasticidad cerebral”, y es una de nuestras más importantes y asombrosas capacidades adaptativas como seres vivos.
Hasta ahora, nunca se había aprovechado esta cualidad para mejorar las condiciones de la neurocirugía ni para combatir el cáncer, pero un exitoso proyecto de investigación llevado a cabo a lo largo de los últimos siete años por el equipo de Juan Antonio Barcia está empezando a dar sus frutos: hasta hoy, cinco pacientes han sido operados de sus tumores cerebrales aplicando esta innovadora estrategia, y los resultados son altamente satisfactorios: en todos estos casos se ha logrado reducir considerablemente el tamaño del tumor mediante su extirpación, y se han salvado las funciones cerebrales amenazadas, “moviéndolas de sitio”. Esto aumenta considerablemente el éxito en las intervenciones quirúrgicas, y lo que es más importante, protege la calidad de vida de los pacientes.
Hemos tenido la suerte de poder hablar con el principal artífice de este formidable avance científico, el propio Doctor Juan Antonio Barcia, y comentar con él algunas de sus implicaciones.
¿Como y cuando surgió la idea de aplicar esta técnica?
La idea surge a partir del conocido fenómeno de la plasticidad cerebral, que hace que el cerebro sea capaz de adaptarse a situaciones modificando la localización de sus funciones, y esto no se había aprovechado nunca para tratar tumores cerebrales. Tuvimos el caso de una paciente que tenía un tumor que afectaba el área del lenguaje y pensamos que quizá haciendo que el hemisferio contra-lateral del cerebro, el lado contrario, se hiciera cargo de la función del lenguaje, podríamos operar la zona afectada sin producir un déficit.
La idea surge a partir del conocido fenómeno de la plasticidad cerebral, que hace que el cerebro sea capaz de adaptarse a situaciones modificando la localización de sus funciones, y esto no se había aprovechado nunca para tratar tumores cerebrales
Supongo que durante los 7 años que lleva esta técnica perfeccionándose, ha habido que afrontar algunas cuestiones de tipo ético…
Claro, todos estos procedimientos se hacen siempre con el consentimiento informado del paciente, bajo el criterio del llamado “uso compasivo”, y solicitando los permisos necesarios en función de cada paso que se va dando, ya que esto es un proyecto de investigación y está financiado por el Ministerio de Sanidad.
La plasticidad cerebral, desde luego, no es un concepto nuevo. Pero hasta ahora estaba más asociado a asuntos como el aprendizaje, el desarrollo de las capacidades o incluso la psicoterapia. Con todo lo que se sabía ya, ¿les ha resultado de algún modo sorprendente que la plasticidad cerebral pudiera permitir este procedimiento con fines quirúrgicos?
Bueno, sorprendente sólo hasta cierto punto, porque al fin y al cabo era la hipótesis que teníamos. Era precisamente eso [ poder desplazar funciones cerebrales a otras áreas del cerebro] lo que pretendíamos. Luego uno se puede sorprender de que sus propias hipótesis se vean validadas…porque en ciencia es así: a veces ocurre y otras veces no. Pero perseguíamos precisamente esto, para poder llevar a cabo resecciones más amplias de los tumores.
Cuando se provoca la migración de una función a otra área del cerebro, lo que está claro es que se puede anular esa función en el sitio afectado por el tumor, pero ¿se puede decidir donde se realoja esa función, o eso lo decide el propio organismo?
No podemos decidir por ahora donde se reubica la función cerebral que desplazamos, eso lo decide el propio cerebro. Igual en el futuro se puede plantear, pero por ahora, no. De momento no es una prioridad controlar el destino de esa función; podemos dejar que el cerebro lo asuma naturalmente.
Como los casos de personas intervenidas mediante este procedimiento son relativamente recientes, carecemos de perspectiva suficiente como para saber si esas migraciones resultan definitivas o pueden tener carácter reversible…Con lo que sabemos del cerebro hasta ahora, ¿qué sería lo más previsible?
Bueno, esto ya es especular, es una opinión muy personal, pero yo creo que las funciones del cerebro están donde están porque es el sitio óptimo, o sea: menor gasto de energía, menos consumo de recursos…y nosotros cuando provocamos que otra parte del cerebro se haga cargo es porque estamos suprimiendo la región original. Si ésta queda extirpada, pues lógicamente no puede haber un retorno a la situación original. Si éstas no quedan del todo suprimidas, tal vez sí podría haber una lucha, un intento de vuelta a la localización original, pero vamos, esto, como le digo, está más basado en especulaciones mías que en datos.
No sabemos si puede haber un riesgo a largo plazo, pero de forma inmediata ese riesgo está compensado por la ventaja de sobrevida que implica
¿Se teme algún tipo de riesgo o alteración no deseada en los pacientes tratados con esta técnica?
No lo sé, hay que esperar a ver la evolución. Lo que de momento está claro es que en estos pacientes el riesgo de malignización de los tumores es menor porque el volumen residual del tumor es también menor. No sabemos si puede haber un riesgo a largo plazo, pero de forma inmediata ese riesgo está compensado por la ventaja de sobrevida que implica: tienen más posibilidad de supervivencia manteniendo la calidad de vida, porque no pierden la función a la que el tumor afectaría.
A dia de hoy ¿hay algún otro equipo de neurogía en el mundo que esté ya aplicando esta estrategia o que esté plenamente dispuesto a hacerlo?
Hay interés en hacer un estudio a nivel europeo, pero aún hay que ponerlo en marcha.
David Romero