Un grupo de científicos e ingenieros ha desafiado uno de los mayores retos ambientales al encontrar una manera rápida de frenar el cambio climático, convirtiendo uno de los gases de efecto invernadero en piedra a corto plazo. El experimento en el marco del proyecto conocido como Carbfix ha sido llevado a cabo en la planta de energía de Hellisheidi, Islandia, que es considerada la instalación geotérmica más grande del mundo.
Los investigadores combinaron el dióxido de carbono con agua bombeada y luego inyectaron la solución a la piedra volcánica subterránea para crear un mineral. En el basalto debajo de la central eléctrica de Hellisheidi más del 95% del dióxido de carbono inyectado se solidificó en menos de dos años, lo cual es bastante rápido en comparación con el período señalado por estudios anteriores que indican que ese proceso de mineralización se realiza en cientos o miles de años.
"Esto significa que podemos bombear grandes cantidades de dióxido de carbono y guardarlo de una manera muy segura en un período muy corto", comentó Martin Stute, uno de los autores del estudio publicado en la revista 'Science'. El hidrólogo de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) sostiene que en el futuro la tecnología podría ser utilizada en centrales eléctricas donde hay mucho basalto.
Sigurdur Gislason, geólogo de la Universidad de Islandia, ha indicado que varias empresas geotérmicas han mostrado interés en el proyecto. Aparte del basalto se requiere una gran cantidad de agua: 25 toneladas por cada tonelada de dióxido de carbono. Gislason indicó que en muchos sitios podría utilizarse el agua del mar.