Después de experimentar una desaceleración 24.000 veces mayor a la aceleración de la gravedad (un piloto de un avión caza experimenta de 12 a 14 veces la aceleración de la gravedad cuando es expulsado desde la cabina), su estructura permaneció intacta -al igual que sus componentes internos- por lo que, según los ingenieros, las pruebas fueron un éxito.
El uso de sondas que impacten contra la superficie tiene la ventaja de que sin necesidad de tener que realizar una perforación compleja permite obtener muestras desde la profundidad de los cuerpos celestes. Ganar solo unos pocos metros de profundidad es fundamental, porque si la vida existe en alguna otra parte del sistema solar es probable que esté enterrada lejos de la radiación espacial, explica el artículo.
Las rocas plutónicas suelen protegerse de la acción de los rayos cósmicos, y en algunos casos pueden contener agua líquida. El objetivo más prometedor desde este punto de vista de muchos científicos es el satélite Europa, ya que su superficie está cubierta con una capa de hielo bajo la cual hay un océano salado de agua líquida.
La sonda de penetración se ha desarrollado durante casi 10 años, y fue propuesta originalmente para una misión lunar británica llamada MoonLITE. Este proyecto fue finalmente archivado, pero la idea de un 'aterrizaje duro' fue tan convincente que la Agencia Espacial Europea decidió tomar el concepto.