Tanto los pesticidas como fungicidas consumidos por las abejas a través del polen en cantidades no letales las están llevando a la tumba, sostienen los especialistas. Ambos agentes debilitan la inmunidad del insecto melífero ante distintos organismos unicelulares, en especial el hongo patógeno nosema ceranae.
La enfermedad denominada 'nosemosis' fue detectada en Europa hace una década. En 2006 los científicos de Alemania y Francia secuenciaron el genoma del microorganismo que la provoca. Desde entonces, la infección estaba propagándose por el mundo hasta causar a los apicultores de algunas regiones unas enormes pérdidas en 2011 y 2012.
El deceso de entre el 60% y el 70% por colmena fue el índice promedio de despoblación de las abejas registrado en el estado de Maryland en el otoño e invierno del año pasado. Fueron enormes también las pérdidas en producción de miel.
Casi todas las abejas muertas estaban infectadas por las esporas del citado hongo. Pero el microorganismo no habría podido matarlas a todas si no hubieran padecido complicaciones por una intoxicación previa, consideraron los biólogos. Este fue el factor que dañó su sistema inmune.
Los investigadores admitieron que el control de la limpieza ecológica en los campos en los que se suelen emplazar las colmenas es lo suficientemente alta. Por eso se centraron en el contacto con los venenos químicos al que están expuestas las abejas fuera de esos campos. El análisis confirmó que la fuente principal de la intoxicación fue el polen consumido, aunque en los campos ajenos a las explotaciones de los apicultores.