Los biólogos planean crear una generación de peces que se acostumbren a la comida con olor cadavérico. Así, al buscar comida las carpas podrían mostrar a los buzos el camino hacia los ahogados.
"La aplicación práctica de nuestro trabajo consiste en soltar al agua carpas equipadas con sensores y seguir sus movimientos hasta que encuentren a los ahogados", explicó el director de la División de Comportamiento Biológico de la universidad, Pascal Ponsen.
No es casualidad que los científicos escogieran a la carpa para este fin. Este pez es capaz de soportar bajas temperaturas, nadar en aguas con poca cantidad de oxígeno y se adaptan rápidamente a condiciones de mala visibilidad. Además, es bastante fácil criar este tipo de pez y gracias a su gran tamaño, se les puede implantar sensores que permitan seguirles en profundidad.