Un grupo de físicos de la Universidad de Maryland (EE.UU.) ha elaborado un nuevo modelo de los límites de la heliopausa, la frontera de la heliosfera, que permitiría explicar todos los cambios que capta la sonda, en particular las fluctuaciones en el flujo de las partículas, algo que no pudo explicar el modelo anterior.
Según sus cálculos, en el límite de la heliosfera existen grandes "islas magnéticas" relacionadas con el campo magnético interestelar. La simulación mostró que durante el paso a través de esta zona 'porosa' surgen cambios drásticos en la densidad de las partículas de origen solar y galáctico, como los que registró la Voyager-1.
El 25 de agosto de 2012 la sonda, que estaba en ese momento a una distancia de 121,7 unidades astronómicas (radio medio de la órbita de la Tierra) del Sol, sintió por primera vez cambios agudos en el flujo de los rayos cósmicos de un origen distinto. A los pocos días, el flujo de protones y partículas alfa con energías de 1,9-2,7 megaelectronvoltios (MEV) provenientes del Sol cayó entre 300 y 500 veces. Paralelamente, la intensidad de los rayos cósmicos galácticos se duplicó.
No obstante, la NASA toma con cautela esta nueva hipótesis. Uno de los responsables de la misión de la sonda, Ed Stone, recuerda que se trata solo de un modelo. "Otros modelos predicen que el campo magnético interestelar se dobla en el límite de nuestra burbuja solar y sostienen que la dirección del campo interestelar es diferente del campo magnético solar. De acuerdo con esta interpretación, la Voyager-1 se encuentra todavía en el interior [del Sistema Solar]".