La revista 'Health Psychology' publica los resultados de un experimento llevado a cabo por un grupo de científicos israelíes. Durante dos días en un campus estudiantil se repartieron dos tipos de folletos, el primero se asociaba con la muerte y el segundo con el dolor. Después de conocer el contenido de los folletos, se les ofrecía a los participantes del estudio comprar bebidas. El primer día podían comprar refrescos, el día siguiente alguna bebida alcohólica.
Los científicos analizaron la conducta de las personas en este caso. Resultó que casi el 37% de las personas que recibieron folletos con alusiones a la muerte compraron alcohol, frente al 9% de participantes que recibió información sobre el tema del dolor.
Los psicólogos israelíes explican que la muerte es uno de los temas más desagradables para la gente y en muchos despierta el mayor grado de miedo, mientras el alcohol es considerado por muchos como medida para apaciguar la angustia emocional y física.
Para el profesor asociado de Psiquiatría y Psicología Médica Román Suleimánov, citado por el periódico ruso 'Kommersant', la conexión entre las reflexiones y el alcohol es obvia: si uno piensa en la muerte es como caer en una especie de depresión, incluso si no se da cuenta.
"El alcohol en pequeñas cantidades es neuroléptico y tranquilizante. En pocas cantidades alivia la tensión interna, los miedos, la ansiedad. (...) Por eso a veces conduce al alcoholismo", dijo Suleimánov.