Casi la mitad de Europa está cubierta de polvo negro. La nube de ceniza que expulsó el volcán del glaciar islandés Eyjafjalla provocó un colapso aéreo que arruinó los planes de miles de personas que están varadas en los aeropuertos.
Los científicos de diferentes países prevén los peligros que puede acarrear la reciente erupción del Eyjafjalla en Islandia.
Sigurlaug Hjaltadóttir, geofísica islandesa, cuenta que este es un volcán compuesto por capas de lava solidificada y cenizas volcánicas. La última erupción se registró en 1821 y duró más de un año. Así que ahora no se puede saber con exactitud cuánto tiempo durará la erupción actual.
Además, la científica advierte que es posible que el volcán expulse gases tóxicos. En la erupción del pasado mes de marzo, que fue menos fuerte que la actual, se advirtió a los habitantes que no se acercaran a las depresiones y cavidades donde pudiera acumularse el gas tóxico.
Las partículas de ceniza que cayeron en el sudeste de Islandia contienen una gran cantidad de combinaciones de flúor muy dañinas para el ganado. En los anales de Islandia se recuerda la erupción de otro volcán, en 1783, que acabó con casi todas las ovejas de la isla. Por eso ahora, los ganaderos y granjeros islandeses están muy preocupados por la posible prolongación de la erupción.
Mientras tanto, Hjaltadóttir asegura que hasta que la erupción siga siendo relativamente leve, no amenaza las condiciones climatológicas del planeta. Si esta hubiera durado un año o más, o si las cenizas hubieran alcanzado una altura de más de 10 o 15 kilómetros, y no los nueve que tuvieron esta vez, estaríamos hablando de considerables cambios climáticos.
Igualmente, es dudoso que la poca cantidad de cenizas que cayeron en Europa pueda afectar la salud de sus habitantes, pero es recomendable que las personas con trastornos graves del sistema respiratorio eviten salir a la calle.
Por su parte, el vulcanólogo ruso Yuri Dúbik dice que la erupción del Eyjafjalla puede durar de unas semanas hasta un año. En el peor de los casos Eyjafjalla podría despertar a su vecino más poderoso, el volcán subglaciar Katla, que erupcionó por última vez en 1918.
Las lavas del Katla tienen otra composición, son mucho más explosivas y las consecuencias de su posible erupción pueden ser mucho más catastróficas, cree el científico ruso.