Suecia legaliza la eutanasia pasiva
La eutanasia pasiva ahora es legal en Suecia. Tal decisión fue tomada por el Consejo Nacional Sueco de Salud y Asistencia Social (Swedish National Board of Health and Welfare) en respuesta a la solicitud de una mujer de 32 años que desde la edad de 6 vive totalmente paralizada y respira por medio de un ventilador artificial.
La declaración del Consejo reza que la condición obligatoria para tal solución es que el paciente esté informado y consciente de las consecuencias de ésta.
La mujer que permanece anónima, envió una carta a las autoridades y finalmente llegó a manos de los periodistas. En ella señaló que "no deseo sufrir o pudrirme, porque es solo el aparato de ventilación artificial el que me mantiene viva”.
La mujer desea ser inducida al sueño y luego desconectada del aparato que la mantiene viva. Tras enterarse de la decisión tomada por el Consejo de Salud, manifestó estar “muy feliz” y sentir “paz en el alma”.
Eva Nilsson Baagenholm, jefa de la Asociación Médica Mundial (WMA, por sus siglas en inglés), comentó que “esta es una decisión muy buena, muy clara y exactamente la que necesitábamos”. Abarca casos tanto de enfermos terminales como de los que padecen de enfermedades graves y cuya vida se mantiene de forma artificial.
Con todo, el Consejo Nacional de Salud otorgó su decisión no sin algunas restricciones. Así, al personal médico se le obliga a proveer al enfermo de anestésicos y sedativos a la hora de desconectar sus sistemas de apoyo vital.
Mientras tanto, la asistencia activa al suicidio, proporcionando al paciente substancias letales o empleando fuerza, sigue siendo en Suecia un crimen penalizado por la ley.
Actualmente muy pocos países han despenalizado la eutanasia, entre ellos Suiza, Holanda y Bélgica. No paran los debates acerca de este método de terminar con la vida que tiene tanto partidarios como adversarios.
Sin embargo, para muchos pacientes y familiares que esperan poner fin al sufrimiento, la eutanasia parece ser el único camino. Incluso hay casos excepcionales, como el de una ciudadana absolutamente sana de Canadá que quiso terminar con su vida en una clínica de Zúrich para acompañar a su marido, un enfermo terminal.