El primer ministro ruso, Vladímir Putin, visitó La Tierra de Francisco José, también llamada Archipiélago de Fritjof Nansen, territorio ruso ubicado en el Océano Glacial Ártico, que está compuesto por 191 islas cubiertas de hielo y que se extienden en un área total de 16.134 km². Ahí conoció los detalles del trabajo de la expedición científica del Instituto Sévertsov de Problemas de Ecología y Evolución de la Academia de las Ciencias de Rusia, que estudia a la población de osos blancos del Ártico.
Los científicos vigilan a los osos polares a través de transmisoressatelitales. Es la primera vez que un experimento de este tipo se realiza en Rusia.
La Sociedad Geográfica Rusa está patronizando este proyecto destinado a conservar y restablecer la población de osos blancos. Los datos se recogen en collares que contienen transmisoressatelitales y permiten seguir las migraciones de los animales, su actividad diaria y estacional, y localizar con toda precisión las fronteras de sus hábitats naturales.
Los científicos están investigando también los factores negativos que afectan la población, como la reducción de la capa de hielo provocada tanto por cambios climáticos, como por las actividades del ser humano, y la respectiva disminución de alimentos.
Todo esto causa migraciones globales de los osos polares y afecta su población. Por el momento en todo el mundo están registrados 25.000 osos solamente, mientras que en el territorio ruso del Ártico habitan unos 6.000 osos polares. Los especialistas comentan que actualmente es bastante difícil obtener cifras exactas, pero se puede constatar que la tasa de mortalidad en los últimos años aumentó mucho.
A causa de la reducción de los hielos, los osos se ven obligados a migrar a la tierra firme, donde no cuentan con alimentos y resultan ser una víctima fáciles de cazadores ilegales.
En los años 1973 y 1974 fue adoptada una ley internacional que prohibió cazar a los osos polares. Sin embargo, durante la década de los 90 se incrementaron los cazadores furtivos. Hoy en día la situación es más estable, aunque los expertos todavía no pueden descartar la amenaza por completo.
Además, la especie fue muy afectada por la contaminación del Ártico. Según las estimaciones de una expedición geológica que exploró La Tierra de Francisco José entre 1995 y 2005, la región cuenta con más de 250 barriles abandonados, es decir un total de 60 toneladas de desperdicios derivados del petróleo y más de un millón de piezas chatarra como restos de aviones, radares, automóviles y edificios abandonados.
Todo esto se está degradando de una manera muy activa, derramando contaminantes en la tierra y en el océano. Cada día, el daño ecológico se agrava.
Vladímir Putin se dio cuenta de la seriedad del problema, ya que el nivel de contaminación de la zona supera seis veces la norma permitida. Determinó que la cuestión debe ser una prioridad para Rusia y prometió organizar una verdadera limpieza general en la región.
Sin embargo, los que suelen trabajar en la zona se muestran bastante pesimistas sobre la realización de esta iniciativa, que tomará, según estimaciones, decenas de años. El periodo del día polar, durante el cual es posible realizar labores de este tipo, es de cuatro meses solamente. Tampoco existe una infraestructura necesaria o muelles marítimos y las temperaturas son extremadamente bajas.
En una situación ecológica tan complicada resulta muy importante para los científicos seguir las migraciones de las especies que están en peligro de extinción, como la del oso polar, y observar sus ciclos reproductivos y de crianza.
Hoy en día muchos países europeos y EE. UU. llevan a cabo estudios similares.
El equipo del Instituto Sévertsov tiene previsto elaborar, con base en los resultados de la investigación, recomendaciones prácticas para crear condiciones favorables para que se conserve el ambiente y se reestablezca la población del oso polar en el Ártico.