El Explorador de la Circulación Oceánica y de Gravedad (GOCE, por sus siglas en inglés) es un satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA) que fue lanzado al espacio en 2009 para medir el campo gravitatorio terrestre. El aparato se quedó sin combustible el mes pasado, lo que puso fin a su misión.
Los científicos confirman que desde ese momento el aparato de 1.100 kilos ya ha descendido unos 105 kilómetros con dirección a la Tierra. Los expertos aseguran que una vez que el aparato entre en la atmósfera se desintegrará y gran parte de su masa se quemará. Sin embargo, la agencia estima que el 20% de la nave espacial podría 'sobrevivir' y llegar a la superficie de la Tierra.
Así las cosas, resulta probable que unos 200 kilogramos de basura espacial se dividan en decenas de pequeños fragmentos y se esparzan en una amplia zona. Lamentablemente, los científicos no pudieron predecir cuándo ni a dónde llegarían los restos exactamente.
Pese a todo, la agencia recuerda que hasta el momento ningún cuerpo celeste o chatarra espacial ha causado daños directamente a una persona, recuerda que cualquier persona tiene 250.000 veces más probabilidades de ganar la lotería que de ser alcanzado por los desechos de un satélite.