Sin embargo, las huellas de la nube de polvo a lo largo de la órbita de Venus fueron percibidas por primera vez en la década de los 70 por los aparatos espaciales soviéticos Venera 9 y Venera 10, haciendo a los científicos presuponer la presencia de un anillo alrededor de Venus. Los datos de otros aparatos espaciales hasta ahora no habían logrado aclarar la situación.
Para investigar el fenómeno, astrónomos británicos de la Universidad Abierta elaboraron un modelo sobre cómo debería el anillo de polvo dispersar la luz, el cual compararon con las imágenes de Venus tomadas con dos observatorios gemelos STEREO. Registraron la coincidencia comprobando de esta manera la existencia de la estructura y su forma.
La concentración de polvo cerca de la órbita de Venus todavía necesita una explicación. Normalmente el polvo espacial migra desde la zona del cinturón de asteroides hacia el Sol en el transcurso de hasta 100.000 años. Pero de alguna manera al encontrarse cerca de Venus, el polvo se incorpora en la nube gigante en su órbita.
A pesar de que el hallazgo no puede ampliar el conocimiento que se tiene sobre el origen del sistema solar, es un aporte significativo al conocimiento sobre el espacio interplanetario, ya que otros estudios comprobaron que el polvo espacial se forma de las colisiones de asteroides y del polvo cometario.