El Sol como muchas estrellas incluye un estrato convectivo que transporta el calor desde el núcleo hasta la superficie. Este transporte crea torbellinos de corrientes solares, similares a los torbellinos de aire en la Tierra, que están evolucionando todo el tiempo.
Desde el siglo XVIII los astrónomos conocían algunas de estas corrientes, que llamaron 'gránulos': desde los pequeños que duran solo 10 minutos y se mueven a una velocidad de 3.000 metros por segundo, hasta los que son tres veces mas grandes que la Tierra. Estos duran un día y se mueven a una velocidad de 500 metros por segundo. Este conocimiento hizo a los científicos pensar que aparte de las pequeñas y grandes existían las estructuras gigantes, aunque no habían sido encontradas.
Un grupo de investigadores de la Nasa liderados por David Hathaway, que se dedicó al tema durante los últimos 30 años, usaron el observatorio Solar Dynamics Observatory para monitorear el sol cada 45 segundos durante unos meses, según un artículo publicado en la revista 'Science'. Calcularon un promedio y de esta manera comprobaron finalmente la existencia de las células de convección gigantes fluyentes del plasma y que son 16 veces más grandes que la Tierra. Tienen una velocidad muy lenta de solo 10 metros por segundo, por eso han sido tan difíciles de detectar.
Las células convectivas descubiertas provocan que la región ecuatorial del Sol gire 30 veces más rápido que sus polos y son importantes para entender mejor el tiempo solar. Ahora los investigadores se concentrarán en contemplar la manera en que las estructuras gigantes de corrientes descubiertas impactan en el campo magnético solar, el fenómeno más importante del Sol según ellos, ya que determina las tormentas magnéticas que afectan a todo el sistema solar, incluyendo la Tierra. Con esto esperan poder predecir las tormentas solares y su efecto en el sistema solar.