Para llevar a cabo la investigación los científicos japoneses perforaron hasta 7000 metros más allá del fondo marino y tomaron muestras del lugar del cruce de las placas.
Allí descubrieron que la presión hace que la arcilla entre placas se vuelva más resbaladiza, lo que afecta al movimiento de las placas. Al actuar de lubricante la capa de arcilla propició que las placas se movieran muy rápidamente, deslizándose una sobre la otra.
La capa de arcilla, que se formó a partir de cenizas volcánicas, se encontraba en un primer momento en la superficie, pero lentamente se fue despositando en las entrañas de la tierra, explican los científicos.
En la actualidad se llevan a cabo numerosas investigaciones de este tipo en diferentes regiones sísmicas donde las placas se deslizan una debajo de otra para pronosticar qué regiones corren un riesgo mayor de sufrir este tipo de catástrofe.
Los resultados de la investigación pueden ayudar a predecir las catástrofes, mejorar los sistemas de alerta y, de esa manera, disminuir posibles daños.