El deshielo del océano Ártico desde el año 2000 es una de las consecuencias del cambio climático, aunque también influye la termodinámica ya que, al haber menos hielo, el mar retiene cada vez más calor en verano, lo que dificulta a su vez la congelación en invierno.

Según los datos de la ESA, alrededor del 90% del aumento del volumen de este año se debe al incremento de la cantidad de hielo que ha aguantado más de un verano sin derretirse y solo un 10% es gracias a la formación de nuevas capas heladas. "No esperábamos que el aumento de la superficie de hielo que ha resistido al verano se reflejara en el volumen, pero así ha sido", dijo la responsable del estudio, Rachel Tilling.
La ESA ha efectuado estas mediciones gracias al satélite CryoSat, que se lanzó en 2010 y que, pese a haber sufrido algunos problemas técnicos el pasado octubre, ha permitido saber con exactitud el volumen y el grosor del hielo del Ártico.
