Concluye la construcción en el centro de Estocolmo de uno de los edificios más eficientes desde el punto de vista energético en Europa, el Kungsbrohuset.
Suecia, como todos los países escandinavos, sufre problemas bastante graves de energía. No es suficiente y su coste es muy elevado, por lo que se buscan muy intensamente opciones alternativas y, al mismo tiempo, menos dañinas para la ecología. Una de las soluciones es la estrategia de desarrollo de edificios de siguiente generación, que minimicen el consumo energético y sean capaces de garantizar un equilibrio ecológico.
La última innovación sueca en este respecto es la calefacción humana. La empresa pública Jernhusen, que gestiona las estaciones de ferrocarril del país, decidió que no se podía dejar que se gastara en vano el calor que producen los cuerpos cansados de los pasajeros que transitan por la Estación Central de Estocolmo, la más ocupada del país. Indicaron que para ello se podía encontrar alguna aplicación mucho más práctica que sirviera para calentar algo más que el aire en el interior de la propia estación. Así que apareció un edificio anexo a la instalación ferroviaria, el Kungsbrohuset, con un área total de 27.000 metros cuadrados.
Se produjo un intercambio 'bilateral': el edificio inaugurado sirve para completar los servicios de la estación, mientras que sus 13 plantas aprovechan a los seres humanos a toda escala: aparte del calor que desprenden los cuerpos de los visitantes y empleados de las oficinas, restaurantes, tiendas y el hotel ubicados dentro, están a su disposición también los organismos de unas 250.000 personas que transitan diariamente por la Estación Central de Estocolmo. Además, la innovación produjo otro efecto ahorrador: puesto que anteriormente la calefacción de la estación, sumada al calor generado por los viajeros, provocaba que la temperatura subiese más de la cuenta, fue necesario gastar energía en refrigeración. A partir de ahora el calor ya no va a sobrar, con lo que se podrá evitar este tipo de pérdidas monetarias.
La solución tecnológica está basada en tuberías y una serie de pequeñas bombas situadas en el sistema de ventilación: aspiran el aire proveniente de la transpiración de los viajeros y el personal de la estación y lo canalizan a través de conducciones subterráneas, lo que permite calentar agua y, de este modo, proporcionar calefacción en el edificio. Según estimaciones preliminares, el sistema permite reducir los costes de calefacción en un 20%.
Otra característica técnica del edificio es su fachada doble. Una está hecha completamente de cristal, mientras que la otra, ubicada a una cierta distancia de la primera, tiene solamente un 60% de ventanas. El sistema garantiza un aislamiento térmico óptimo, transformando el edificio en un termo gigantesco.
A través de fibras ópticas la luz del día entra por el tejado de Kungsbrohuset, penetrando incluso en los rincones más oscuros que en los edificios más tradicionales pueden iluminarse sólo artificialmente consumiendo energía.
Otra peculiaridad es la optimización automática del consumo de calor. Cada hora el edificio obtiene automáticamente los pronósticos digitales de la meteorología actualizados, lo que garantiza el óptimo control del clima interior. Calefacción y refrigeración se ajustan de antemano para compensar los cambios de temperaturas fuera.
El coste de refrigeración está también minimizado gracias a que la fuente de ésta son las aguas frías de un lago subterráneo, Clara.
Todas estas características permitieron proclamar al Kungsbrohuset como el edificio más eficiente desde el punto de vista energético en Europa, ya que su consumo diario es dos veces más bajo que el de cualquier otro edificio del mismo tamaño.
Además, los diseñadores no se conformaron con el aspecto ecológico del propio edificio. Se dedicaron a resolver problemas aún más globales. Tratando de reducir las emisiones de carbón causadas por el tráfico, ofrecen a los arrendatarios enchufes eléctricos para recargar coches eléctricos o híbridos. Con el mismo propósito promovieron la idea de ir al trabajo montando en bicicleta: el edificio tiene un garaje vigilado para este medio de transporte, equipado, además, con unas duchas, para que los empleados puedan arreglarse y cambiar de ropa antes de subir a sus oficinas.