La Rosetta, cuya construcción tuvo un coste de casi 1.000 millones de euros, fue lanzada en 2004. Tras una serie de maniobras cerca de la Tierra y de Marte, en junio de 2011 la sonda se alejó 800 millones kilómetros de nuestro planeta y llegó a la zona del espacio profundo. Allí 'durmió' plácidamente durante más de dos años, ya que a esta distancia los rayos del Sol son muy débiles.
Los científicos desconectaron la mayoría de los equipos de la Rosetta y le permitieron hibernar manteniendo activos solo un ordenador y varios calentadores para mantener la temperatura mínima.
El despertador interno de la nave debe activarse el 20 de enero a las 10.00 GMT. Después de despertarse, un proceso que va a durar seis horas, se activarán la calefacción y los sistemas (en particular el sensor de estrellas, imprescindible para orientarse en el espacio), y la Rosetta se pondrá en contacto con la Tierra. La estación europea de comunicaciones espaciales en Australia buscará sus señales conjuntamente con la antena de la NASA en Goldstone, California. La primera señal puede llegar a las 17.30 GMT, informa RIA Novosti.
Si la Rosetta no logra despertarse, los científicos tratarán de activarla de nuevo.
En agosto la sonda tiene previsto alcanzar el cometa 67P/Churiúmov-Guerasimenko, y en noviembre posar en su superficie su módulo Philae para estudiar la composición química del cuerpo celeste.
Como subrayó el director del Centro Francés de Investigaciones Espaciales, Jean-Yves Le Gall, "si somos capaces de poner en práctica este programa, algo extremadamente difícil, la realidad habrá superado la ficción".