La síntesis se produjo en una instalación del Gran Colisionador de Hadrones (GCH), que se encuentra en Suiza, después de que los físicos liberaran de una acumuladora un número determinado de positrones y los mezclaran con un chorro de antiprotones de baja energía. Luego los antiátomos se desplazaban guiados por el descendiente campo electromagnético que ejercía la mayor fuerza sobre ellos a lo largo del experimento.
Desde noviembre del 2010 resultaron exitosas varias pruebas de la misma índole, con cantidades suficientes de antihidrógeno obtenidas, pero nunca se había conformado un haz y en la mayoría de los casos las partículas se desintegraban instantáneamente.
En junio del 2011 los científicos lograron estabilizar por unos 16 minutos decenas de ellas dentro de un espacio limitado por el campo electromagnético. Sin embargo, la misma fuerza electromotriz obstaculizaba el estudio de las propiedades físicas de los antiátomos y su interacción entre sí.
Disparar este haz supone un gran paso hacia adelante, dicen los expertos, que comparten su orgullo con los lectores de la revista 'Nature Communications'. Ellos destacan en especial el aporte que hizo en el experimento la nueva trampa de antiprotones japonesa, Musashi, que los enfriaba con un aflujo de electrones y los comprimía con el campo eléctrico giratorio hasta que formaran un cilindro virtual.
A partir de este experimento, bautizado 'Asacusa', el CERN tardará años en procesar los datos registrados por las trampas de partículas, los espectroscopios y otros dispositivos que rodeaban a este chorro fugaz de antimateria.