El oso polar, el carnívoro más grande de la Tierra, tiene sólo un enemigo importante: el hombre. Pero a veces este enemigo se convierte en un auténtico amigo. En el territorio ruso del Ártico varios científicos trabajan para conservar la población de osos polares mediante unos innovadores métodos de seguimiento.
Los biólogos de las islas del archipiélago Tierra de Francisco José, ubicado en el Océano Glacial Ártico, disparan al animal un dardo tranquilizante. Cuando el oso está dormido, le ponen un collar con un chip que informa vía satélite de todos sus movimientos y de su estado físico a un centro científico especial ruso. De esa manera es mucho más fácil observar los cambios que sufre la población de este fortísimo y, al mismo tiempo, tan vulnerable predador.
Los datos que se recogen permiten seguir las migraciones de los animales, su actividad diaria y estacional, y localizar con toda precisión las fronteras de sus hábitats naturales. Así se podrá determinar si corre algún peligro.
Como explica Viacheslav Rozhnov, vicedirector del Instituto Sévertsov de Problemas de Ecología y Evolución de la Academia de las Ciencias de Rusia, que está llevando a cabo el proyecto, los hielos del Ártico se derriten cada vez más rápidamente y el animal se ve obligado a adaptarse, a cambiar sus costumbres. Pero los científicos aún desconocen qué es lo que está sucediendo realmente y por eso esta investigación es tan importante.
Cuanto más sepan los académicos de las transformaciones que tienen lugar en el modo de vida del oso polar, más información tendrán sobre los cambios climáticos y el impacto del hombre en la región. Estos datos permitirán encontrar métodos más eficaces para combatir aquellos problemas de esa región que ya no pueden esperar.
Según afirma el especialista en osos polares Nikita Ovsiýnikov, “no podemos parar el deshielo pero sí podemos cambiar la actividad del hombre. Al menos, podríamos reducir la influencia humana en la región. Podríamos conseguir que no ejerciera un gran impacto sobre la naturaleza”.
Otros países realizan estudios sobre la vida de este mamífero desde hace mucho tiempo. Y Rusia ya no es una excepción. Aquí proteger a los animales en peligro de extinción es una de las prioridades del gobierno. Incluso el primer ministro ruso, Vladímir Putin, colabora para salvar al oso blanco. A finales de abril Putin visitó La Tierra de Francisco José para conocer los detalles de los estudios de la población de esta especie en el Ártico.
Viacheslav Rozhnov comenta que los investigadores tienen previsto poner decenas de collares de este tipo en varias islas del archipiélago. El proyecto requerirá mucho tiempo y dinero. Basta con decir que cada collar cuesta unos 4.000 dólares. “Pero somos responsables de estos animales: la mayoría de ellos viven en territorio ruso”, sostiene el científico.
Según los expertos, en el hemisferio norte viven unos 25.000 osos polares. Si el hombre no ayuda urgentemente a esta especie, dos tercios de ellos podrían desaparecer en muy poco tiempo. Los hielos se siguen derritiendo y el hábitat de los osos desaparece. Es el único lugar donde pueden vivir: su reino. Y ahora los científicos están trabajando a contrarreloj para conservar el trono del rey del Ártico.