"Entierros de perros se han encontrado en otros contextos arqueológicos, pero en este caso no está asociado a un enterramiento humano o a construcción alguna", explica Rocío Morales Sánchez, arqueóloga que participó en la exploración.
Según explica la experta, este hallazgo es muy particular, debido a que todavía no han encontrado vínculos entre el entierro de estos animales prehispánicos con una edificación o con un difunto.
Los restos, que fueron enterrados al mismo tiempo, fueron localizados durante tareas de salvamento arqueológico en un pozo a una profundidad de entre 1,30 y 1,70 metros que fue excavado hace más de 500 años. Los especialistas indicaron que en el mismo lugar se encontraron además materiales de desecho (restos cerámicos, herramientas líticas o instrumentos de hueso humano) que datan de entre los años 1.350 y 1.520 d.C., en el apogeo de la civilización azteca.