Científicos de la universidad de Stanford han publicado en la revista 'Nature Biotechnology' los impresionantes resultados de una investigación sobre cómo los impactos de luz pueden provocar o incluso atajar el dolor, tanto normal como crónico o patológico, provocado por daños en el sistema nervioso.
Durante la investigación sobre el impacto de la luz en los movimientos musculares, los investigadores insertaron unas opsinas, unos receptores que se encuentran en la retina, en los nervios de ratones, valiéndose de métodos de optogenética. El objetivo en primera instancia era investigar el impacto de la luz sobre los movimientos musculares, pero un investigador modificó accidentalmente
las neuronas responsables del dolor, en lugar de las que controlan los movimientos.
En unas semanas los investigadores notaron que no solo los músculos, sino también las neuronas responsables del dolor, se volvieron sensibles a la luz. Eventualmente comprobaron que la luz recibida por los animales de forma transdérmica, inhibía la percepción del dolor agudo. Una investigación más a fondo demostró que distintos tipos de luces generaban impactos diferentes en los ratones. Mientras la luz amarilla y brillante mitigaba el dolor, otros matices de la misma lo causaban e intensificaban.
Sin duda, este descubrimiento podría ser crucial para los estudios del dolor, salvo por un detalle: para reaccionar a la luz los nervios tienen que ser modificados genéticamente.