Al analizar las tomografías computerizadas de fósiles de una marsopa muy bien conservada, los investigadores, encabezados por Rachel Racicot, de la Universidad de Yale, descubrieron que los alargados canales nerviosos conectaban la 'barbilla' del animal con su cráneo. El hallazgo indica que el mentón era muy sensible y podía ser usado para buscar alimento en el fondo del mar.
Hasta ahora han sido descubiertos tan solo 15 ejemplares de fósiles de 'Semirostrum ceruttii', que habitaba cerca de la costa de California hace entre 1,5 y 5,3 millones años.