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Los orígenes del maíz se esconden en el sur de México

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La genética ayudó a resolver una de las grandes cuestiones de la historia: dónde y cuándo nació uno de los principales cultivos, al que tanto debe la civilización humana. Así informa el periódico estadounidense The New York Times, subrayando que hace 10.000 años los seres humanos en muchas partes

La genética ayudó a resolver una de las grandes cuestiones de la historia: dónde y cuándo nació uno de los principales cultivos, al que tanto debe la civilización humana. Así informa el periódico estadounidense The New York Times, subrayando que hace 10.000 años los seres humanos en muchas partes del mundo empezaron a criar ganado y cultivar plantas. Los pueblos nativos de Amércia domesticaron nueve especies de los cereales más importantes del mundo, incluído el maíz, que en nuestros días constituye el 21% de la nutrición humana en el planeta.

Pero a pesar de que el maíz es un cultivo inmensamente popular, sus orígenes durante largo tiempo permanecieron ocultos. El maíz que conocemos, con panocha larga y granos grandes, no se encuentra de forma natural en ninguna parte de la Tierra, por eso fue difícil encontrar sus ancestros. Sin embargo, un grupo de botánicos, genétistas y arqueólogos logró arrojar luz sobre este misterio de la agricultura, determinando de dónde proviene el maíz y cuándo lo empezaron a cultivar los hombres antiguos.

Anteriormente, los científicos ni siquiera pudieron imaginar qué planta dio origen al maíz que conocemos. Incluso se suponía que el cultivo provenía de alguna variedad de un maíz silvestre ya extinguida o todavía no descubierta. Pero algunos investigadores ya a principios del siglo XX concibieron una hipótesis que vinculó al maíz contemporáneo con un 'pariente' inverosímil, porque a primera vista no tienen casi nada en común. Se trata de la hierba mexicana llamada teosinte. Esta planta sí tiene una espiga con una docena de pequeños granos envueltos en ojas duras, pero es mucho más delgada en comparación con la suculenta panocha de maíz que conocemos.  Incluso en primer lugar catalogaron al teosinte como 'primo lejano' del arroz y no del maíz.

Ya en los años 30 el futuro premio Nobel George W. Beadie, descubrió que el maíz y el teosinte tenían cromosomas similares e incluso creó híbridos fértiles de ambas plantas que parecían el 'eslabón perdido' entre el teosinte y el maíz. Concluyó que ambas plantas pertenecían a la misma especie y que el maíz es la forma 'domesticada' de la hierba salvaje. 30 años después, tras largos experimentos de cruzamiento, creó unas 50.000 plantas y comprobó que tantas diferencias entre el maíz y el teosinte dependían sólo de cuatro o cinco genes, lo que mostró que de veras son parientes cercanos. Pero para revelar los orígenes geográficos del maíz,  había que emplear la tecnología del análisis de ADN, similar a la que se emplea en la criminología.  

Entonces George Beadie y John Doebley, de la Universidad de Wisconsin, analizaron más de 60 ejemplares del teosinte de todo el hemisferio Occidental y lo compararon con el perfil de ADN de todas las variedades de maíz. Resultó que la variedad más similar al teosinte genéticamente se halla en el valle del río Balsas, en el sur de México, por lo que pasaron a considerar a esta región como “la cuna de la evolución del maíz”. Y al calcular la distancia genética entre el maíz moderno y el teosinte de Balsas, se estimó que lo 'domesticaron' hace unos 9.000 años.  

Estos descubrimientos inspiraron a los arqueólogos a intensificar las excavaciones en la región de Balsas y, en efecto, recientemente se encontraron utensilios con residuos de maíz de 8.700 años de antigüedad, la evidencia más arcaica que testifica la teoría de los genetistas. Se estima que el proceso de la domesticación inicial llevó varios centenares o incluso miles de años.

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