Las torres de agua en forma de loto son capaces de atrapar directamente el agua de lluvia. El agua recogida se filtra y se almacena en depósitos de reserva. Mediante un sistema de capilares combinado con la energía activa, las raíces aéreas –dotadas de estructura de esponja– pueden absorber y almacenar el exceso de agua sin alterar el ecosistema de la Amazonia. Así, por ejemplo, en caso de incendio los bomberos podrían extinguir el fuego con el agua recogida.
Además, los rascacielos 'guardianes de la selva' pueden alojar laboratorios especiales de investigación que permiten monitorear el cambio climático y la estabilidad de los ecosistemas. Los laboratorios también actúan como centros de exposición para la concienciación ambiental de los visitantes.