Uno de los mayores problemas de los viajes a Marte es el aterrizaje: la atmósfera del planeta es muy diferente de la terrestre, es mucho más enrarecida, lo que hace diferente también el descenso, que sucede con mayor rapidez.
Por el momento para 'amartizar' las sondas se usan paracaídas diseñados en los años setenta. Han funcionado muy bien, incluso en el caso del Curiosity. El problema es que los objetos que enviamos a Marte son cada vez más grandes y pesados, e incluso hay planes de expediciones humanas. Cuanto más grande es el objeto, con más velocidad cae, y para que las naves del futuro sobrevivan al aterrizaje hay que inventar una nueva tecnología.
La velocidad del descenso de objetos grandes y pesados sería demasiado alta para que funcionara el paracaídas. Para resolver el problema, los científicos decidieron instalar un decelerador en el módulo de aterrizaje que durante la caída se infla, creando resistencia y permitiendo frenar la caída hasta una velocidad en la que es seguro activar el paracaídas. La inspiración de la idea la dio el pez globo, que tiene la capacidad de 'inflarse' muy rápido sin aumentar su masa.
El paracaídas usado en el nuevo sistema es tan grande que no cabrá en los túneles de viento que la NASA suele usar para los ensayos. Así las cosas, la nueva tecnología será ensayada al aire libre, en Hawái, donde se crearán unas condiciones parecidas al aterrizaje con la velocidad supersónica de la atmósfera marciana.
Está previsto que los ensayos empiecen en junio. Si todo va según lo planeado, la nueva tecnología podrá aplicarse a partir del año 2018.