La empresa estadounidense SpaceX realizó con éxito el lanzamiento de prueba del cohete Falcon 9. Está diseñado —por primera vez en la historia de los vuelos espaciales— en marcos de un proyecto privado y no estatal, aunque se desarrollará por pedido y con el apoyo de la NASA.
A unos pocos segundos de su despegue desde Cabo Cañaveral, el Falcon 9 se deshizo sin problemas de la primera sección del cohete, con lo que se activaron los motores de la etapa superior, tal y como estaba previsto. Todo ocurrió minutos antes de que se cerrase la ventana temporal disponible para su lanzamiento y dictada por la orientación del campo magnético terrestre. Esa circustancia fue lo esencial, teniendo en cuenta las tres ocasiones anteriores cuando tras todos los procedimientos preparatorios, los controladores detuvieron el conteo final y aplazaron el lanzamiento.
El Falcon 9 llevó a órbita un prototipo de la cápsula Dragón, que en futuro podría transportar cosmonautas o carga a la Estación Espacial Internacional. Este aparato redondo es de 3,6 metros en diámetro y en él potencialmente caben hasta cuatro astronautas.
Según explicó el director de vuelo, Robyn Ringuette, le denominaron 'prototipo' sólo porque todavía no le dotaron de un escudo térmico que permitiese a los cosmonautas sobrevivir al momento del ingreso de la nave en las capas densas de la atmósfera. Este aspecto del desarrollo del proyecto necesitará más financiación o ayuda inmediata de la NASA. Sin embargo, todos sus instrumentos funcionan y actualmente están recogiendo información sobre aspectos importantes de su ascenso a órbita.
El lanzamiento fue programado de tal manera que al no funcionar la segunda etapa, el cohete de todos modos alcanzaría la velocidad necesaria para superar la gravitación terrestre y salir a órbita. Así, para los cohetes de esta nueva generación la condición necesaria y bastante para la llegada al espacio, es que funcionen de forma correcta sus primeras etapas.
Falcon 9 y Dragón constituyen, en su conjunto, el tipo de transporte espacial que la NASA necesita de forma inmediata. Los dirigentes de este organismo estadounidense optaron por la entrega de todo tipo de lanzamientos orbitales a sus colegas rusos como un paso provisorio, que no superaría los tres años. Retirarán para el próximo noviembre su flota de transbordadores espaciales, para centrarse en el desarrollo de un nuevo medio de comunicación con la estación y los demás aparatos orbitales. Por su parte, los ingenieros de SpaceX necesitan el mismo plazo para que logren afinar el vehículo espacial.
El exitoso primer vuelo del Falcon 9 prácticamente garantiza a la empresa SpaceX un pedido estatal coordinado con los presupuestos federales de EE. UU. a partir de 2012. Este lanzamiento es también un paso más hacia la comercialización del espacio por parte de empresas privadas y los turistas cósmicos.