Según la Universidad de Florida, cuyos físicos participaron en la investigación, el Pentágono donó 7,5 millones de dólares para alcanzar esta meta.
Los responsables del proyecto, Matthew Mills y Ali Miri, han propuesto rodear el rayo de láser con un segundo rayo para que actué como un depósito de energía, lo que ayudará a enviar el haz final a distancias mayores de lo que ahora es posible técnicamente. Además, el segundo rayo ayudará a prevenir la disipación del haz de alta intensidad.
Los autores del estudio están seguros que el láser es la mejor manera para interactuar con los cielos. La condensación de agua y la actividad de relámpagos en las nubes están vinculadas a grandes cantidades de partículas cargadas estáticas. Estimulando esas partículas con un correcto tipo de láser, se puede obtener una lluvia cuándo y dónde se necesita, aseguran Mills y Miri.
Hasta ahora, ya han podido obtener un haz de su láser de dos metros de longitud y están trabajando para extenderlo aún más lejos.
"Estos filamentos podrían propagarse por más de 50 metros, lo que permite crear un número de aplicaciones. Se pueden usar estos filamentos ópticos para orientar selectivamente las señales de microondas a lo largo de canales de plasma muy largos, quizás por cientos de metros", afirma Demetrios Christodoulides, que está colaborando con Mills y Miri.