Aunque para estructuras duras es fácil crear algoritmos ya desarrollados por la industria robótica, los robots blandos son capaces de resolver los grandes problemas actuales de la robótica. En particular, no tienen que calcular sus movimientos con la precisión con la que lo hacen los robots rígidos, por lo que están mejor preparados para moverse en un entorno no controlado, como, por ejemplo, una casa, el área de un desastre natural o un hospital.
Gracias a sus ventajas, la robótica blanda ya está ganando popularidad entre la comunidad científica. En Harvard, por ejemplo, muchos grupos de investigadores están trabajando en el desarrollo de manos y piernas robóticas blandas.
Fumiya Iida, profesora de biorrobótica del Instituto Suizo de Tecnología de Zúrich, cree que los robots blandos son el futuro de la tecnología. Según ella, la robótica blanda "requiere un enfoque completamente diferente, otros materiales, otras fuentes de energía".
Actualmente, uno de los robots duros más impresionantes es el humanoide Atlas de la compañía Boston Dynamics, que pesa 136 kilogramos. Pero los robots de tipo Atlas "piensan mucho", según opina Barry Trimmer, de la Universidad de Tufts, mientras que, por ejemplo, un dispositivo blando de captura en forma de estrella de mar elaborado en Harvard es más flexible y tiene costos de producción más bajos.
En un futuro, los robots blandos podrán sumergirse en el agua y trabajar en zonas de naufragios para buscar y rescatar a sobrevivientes. Asimismo, los enfermos podrán usar un brazo robótico blando para eliminar el temblor de las manos, y los ancianos para compensar la debilidad muscular. Los robots blandos pueden ser utilizados también en la exploración espacial, cirugía y servir como una prótesis que proporcionen una sensación excepcional de comodidad y naturalidad.