Unión extática de arquitectura y naturaleza

En la Ciudad de México, una urbe de casi veinte millones de habitantes, el arquitecto Javier Senosiaín ofrece la posibilidad de vivir en lugares conectados con la naturaleza: viviendas con formas tan peculiares como serpientes, ballenas, caracoles o flores. La quintaesencia de la arquitectura orgánica en México consiste en hacer reales viviendas oníricas que se integran con sus formas sinuosas en el medioambiente como si hubiesen sido rescatadas de películas animadas o de ciencia ficción. Senosiaín es influido por grandes genios de la arquitectura como Frank Lloyd Wright, Hundertwasser o Antonio Gaudí. Además, este profesor de arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México disfruta diseñando los interiores de sus casas inspirado en el arte popular mexicano. Así ha recreado la original capilla que acoge los restos del mexicano José Alfredo Jiménez -una réplica a gran escala de un sombrero mexicano y el sarape que usaba el compositor y cantante- hasta la diáfana sede de un laboratorio, las oficinas de un club deportivo en forma de hongo o una caseta de vigilancia que evoca el casco de un guerrero. Entre sus obras más fascinantes destacan sus viviendas como la "Nautilus", similar a un caracol marino; las semienterradas "Casa orgánica" o conjunto "Satélite", cubiertas de tierra y césped; o las que tienen forma de ballena, tiburón y hasta de flor de seis pétalos. “Nido de Quetzalcóatl” es un conjunto de diez llamas, sorprendente por su originalidad ya que está diseñado en forma de una gran serpiente que se yergue en el aire sobre un terreno accidentado donde la construcción sólo ocupa el dos por ciento del terreno, dejando casi todo el espacio libre para zonas verdes y estanques. El compromiso de Senoasaín con el entorno natural se ve claramente con la instalación de sistemas como el de captación de agua de lluvia que se recicla para el riego o el aprovechamiento de la luz natural a través de grandes ventanales. El diseñador destaca que las viviendas semienterradas -cubiertas con césped y árboles- mantienen una temperatura y humedad constantes todo el año. De hecho, la vegetación, además de aislar la vivienda, "produce oxígeno que rechaza la contaminación" y ayuda a filtrar el polvo para que no entre en el interior. Senosiaín lamenta que la gente viva encarcelada dentro de "cajas" (en referencia a los edificios modernos) a pesar de siglos de creatividad arquitectónica. El arquitecto mexicano apuesta por el empleo de materiales naturales como la piedra, la tierra o la madera y por "regresar a materias primas que a la larga no contaminen" y sustituyan a otras como el aluminio "que además de contaminar, en su proceso gasta mucha electricidad". Los precios de sus viviendas dependen del proyecto y aunque los materiales que usa son más caros que los convencionales, otros resultan más económicos. Al final son los ornamentos adicionales los que encarecen las obras.