"Al analizar cómo el cerebro está procesando los fenómenos políticos, podemos entender un poco mejor por qué hacemos lo que hacemos", afirma Darren Schreiber de la Universidad de Exeter (Reino Unido), quien usa la técnica de imagen por resonancia magnética (RM) para estudiar patrones de actividad en el cerebro humano cuando los individuos toman las decisiones, principalmente aquellas que suponen algunos riesgos, informa la BBC.
Los experimentos del investigador revelaron la existencia de variaciones en las zonas del cerebro que eran más activas en los voluntarios que se denominaron a sí mismos como conservadores que en aquellos que se describían como liberales, cuando ellos estaban resolviendo problemas similares.
Schreiber no especifica cómo justamente
piensan las personas del bando conservador y liberal, pero su estudio supone que la lealtad política, parcialmente, puede ser genética: no sería un indicio tan destacado como, por ejemplo, el color de los ojos, pero lo suficiente como para apuntar
que algunas personas podrían llevar el conservadurismo en el ADN.
A su vez, los científicos estadounidenses, Read Montague y Virginia Tech, tras mostrar a los voluntarios las imágenes que suelen causar miedo y asco a nivel instintivo, revelaron la existencia de un vínculo entre la fuerza de la respuesta emotiva y el conservadurismo de las personas.
"Los individuos con actitudes más protectoras con respecto a temas como la inmigración, que promueven mayores castigos para los delincuentes, que están en contra del aborto [...] parecen tener una reacción mucho más fuerte a las imágenes repulsivas", afirmaron los investigadores.
Sin embargo, no todo el mundo científico está de acuerdo con los resultados del estudio mencionado, indicando que las visiones políticas no pueden ser completamente innatas, ya que el cerebro evoluciona durante toda la vida y las experiencias, tanto como los genes, aportan su parte para crear su forma.