Durante la investigación de la composición química de las regiones donde actualmente nacen estrellas, los astrónomos han descubierto un objeto diferente. Se trata de una prolífica 'maternidad' estelar llamada OMC2 FIR4, un grupo de nuevas estrellas inmersas en una nube de gas y polvo cerca de la famosa nebulosa de Orión, informa la Agencia Espacial Europea (AEE).
"Para nuestra gran sorpresa, descubrimos que la proporción de dos especies químicas, una basada en el carbono y el oxígeno y otra en el nitrógeno, es mucho menor en este objeto que en cualquier otra protoestrella conocida", dice Cecilia Ceccarelli, del Instituto de Planetología y Astrofísica de Grenoble (Francia). Según la autora del estudio, la causa más probable de esto es un "viento violento de partículas muy energéticas, liberado por lo menos por una de las estrellas embrionarias que toman forma en este capullo protoestelar".
Los astrónomos piensan que un viento violento de partículas similar también soplaba en los inicios de nuestro sistema solar, y este hallazgo podría dar una explicación del origen de un elemento químico particular visto en los meteoritos.
Así, por ejemplo, la presencia del isótopo berilio-10 en las rocas es un verdadero rompecabezas, porque los astrónomos saben que no se produce en el interior de las estrellas. Ya que este isótopo se desintegra muy rápidamente en otros elementos, tiene que haber sido producido justo antes de haber sido incorporado en las rocas que posteriormente aparecerían en la Tierra como meteoritos, explican los científicos.
En su opinión, para poder producir la cantidad de berilio registrada en los meteoritos, nuestro Sol debe haber provocado un viento violento en su juventud.