Tenemos miedo a las personas, cosas o fenómenos que se nos acercan en el espacio, en el tiempo o como probabilidad. No importa si se trata de una persona que se nos acerca en la calle, de letras que se aproximan en la pantalla o de una próxima fecha límite. En cambio, si las cosas se no alejan o si no se mueven, no sentimos emociones negativas.
Los investigadores llevaron a cabo una serie de experimentos consistentes en acercar a individuos letras, caritas e imágenes de personas, detectando en cada ocasión una "reacción hedónica negativa" o, dicho de una manera más simple, miedo.
Sin embargo, todo cambia completamente si no son las cosas las que se acercan a nosotros, sino que somos nosotros los que nos movemos hacia las cosas. Así quedó demostrado en el cuarto experimento, en el marco del cual los investigadores hicieron que los individuos se movieran hacia artefactos, comprobando que ninguno de ellos tuvo reacción negativa.
Temer a las cosas que se mueven hacia nosotros parece ser un instinto muy antiguo: lo tenemos adquirido desde épocas remotas cuando sobrevivía aquel que antes percibía la amenaza y se escondía. Al igual que otras reacciones, el instinto no desapareció aunque ya no lo necesitamos más.
El estudio fue llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Chicago, que bautizaron este efecto como "acercamiento-aversión". El resultado del estudio ha sido publicado en la revista 'Journal of Personality and Social Psychology'.