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Tanorexia: nuevo síndrome de adicción

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Estar bronceado siempre, incluso en invierno, se ha convertido en una obsesión que va en aumento para muchos. Son personas que sufren tanorexia, un síndrome de adicción al sol y a los rayos UVA con los que buscan un bronceado permamente que nunca consideran suficiente, advierte el investigador J
Tanorexia: nuevo síndrome de adicción

Estar bronceado siempre, incluso en invierno, se ha convertido en una obsesión  que va en aumento para muchos. Son personas que sufren tanorexia, un síndrome de adicción al sol y a los rayos UVA con los que buscan un bronceado permamente que nunca consideran suficiente, advierte el investigador Josep González Castro, especialista en dermatología en el Centre Medic Sant Andreu SL Cl. de Barcelona, citado por EFE.

Igual que un asiduo al gimnasio con vigorexia no cree que su cuerpo haya alcanzado el grado de musculatura adecuado, o aquellos con anorexia que se creen gordos a pesar de que el espejo los refleja delgados en extremo, el adicto al bronceado (adictas sobre todo) tiene una imagen totalmente distorsionada de sí mismo.

Aunque cada vez hay más conocimiento de los riesgos de tomar el sol sin protección y en las horas centrales del día (entre las 12:00 a las 17:00 horas), la moda del bronceado está demasiado arraigada en la sociedad occidental y llega a provocar estas patologías.

Una vez detectados estos casos, el psicólogo hace una valoración para analizar el grado de dependencia y considerar su patología. Aunque las mujeres son más concientes de los riesgos de tomar en exceso el sol que los hombres y suelen usar más crema protectora, también se exponen más al sol.

Al mismo tiempo, un estudio recientemente publicado en la revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences, revela la influencia del bronceado en la salud de las personas que viven en diferentes zonas climáticas.

Según los científicos, el bronceado no es solamente un atributo cosmetológico, es todo un mecanismo de protección de la piel de los rayos UVA, perfeccionado a lo largo de la evolución de los seres humanos.

Los investigadores analizaron el grado de iluminación solar en varias partes de la Tierra. Al recolectar los datos de la irradiación y los ángulos de incidencia de los rayos UVA de tipo A y B, descubrieron que los rayos A (longuitud de la onda de 315-400 nanometros)  se distribyen uniformemente en el Globo, mientras que la intensidad de los rayos B (280-315 nanometros) que se absorben por el ozono, vapor y el oxígeno en la atmósfera, cambian de acuerdo con la latitud.

Los rayos B son responsables de la producción de la vitamina D en el organismo y al mismo tiempo destruyen el ácido fólico (vitamina B9) necesario para el desarrollo de células del sistema sanguíneo e immune, así como para la formación del sistema nervioso en los embriones. 

La pigmentación de la piel humana está vinculada con el impacto de la luz solar. En las zonas tropicales, es decir, en la cuna de la humanidad, el nivel de los rayos de tipo A y B es alto durante todo el año. Según los científicos, las personas de piel oscura son capaces de conservar en su organismo el ácido fólico sin perder la capacidad de producir vitamina D.

Pero a medida de que los seres humanos se movían desde África hasta otros continentes, su epidermis experimentó cambios. Y ahora los que viven al norte de los 46 grados de latitud –en Rusia, Canadá, Escandinavia, o varios países de Europa Occidental- incluso sufren la escasez de los rayos tipo B, necesarios para producir la vitamina D y ya no necesitan una piel oscura.

Pero los habitantes de latitudes entre los 23 a 46 grados –América del Sur, la cuenca del Mediterráneo, la mayor parte de China- se encuentran en una posición intermedia. Durante el año, el nivel de  irradiación de los rayos tipo B cambia, por eso no necesitan una piel muy oscura ni muy pálida. La piel oscura obstaculizaría la producción de la vitamina D en el invierno y la piel blanca no protegería el ácido fólico de la destrucción durante el verano. Por eso los habitantes de estas zonas pueden oscurecer fácilmente y luego rápidamente deshacerse del bronceado.

Según los científicos, el bronceado en latitudes medianas es nada más que un mecanismo de protección de la piel humana del impacto nocivo del sol adquirido en varias etapas de la evolución. Los investigadores advierten que incluso con el cambio de la exposición “natural” a los rayos solares –por ejemplo, cuando una persona con piel blanca se traslada a regiones tropicales o viceversa- pueden observarse cambios significativos en la salud. Sin hablar de las sobredosis del sol tomadas deliberadamente.
 

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