El Tribunal Federal de Alemania liberó al abogado de una familia que había recomendado que dejaran de dar apoyo vital artificial a una mujer en coma. Así, los jueces aceptaron la legalidad de la eutanasia pasiva con consentimiento previo de la paciente.
Erika Kuellmer, que el año 2010 cumplió 71 años, está en coma desde 2002 sin esperanzas de recuperación tras una hemorragia cerebral. Según el hospice (proveedor de servicios especializados en el cuidado de personas que padecen alguna enfermedad terminal) que la mantiene viva, durante cinco años la han alimentado de forma artificial.
Aunque la misma Kuellmer, antes de haber sufrido su accidente cerebral, había expresado su deseo de no mantener su vida de forma artificial, la administración del hospice se negó a retirarle la alimentación.
Wolfgang Putz, abogado de Kuellmer, recomendó a la hija de ésta que cortara el tubo que le proporcionaba comida y finalmente así lo hizo en presencia de su hermano. Tras dos días la mujer falleció. Los patólogos anatomistas concluyeron que murió por “causas naturales”.
El tribunal de primera instancia dictaminó que la hija había llevado a cabo el asesinato de la madre guiándose por los consejos infundados del abogado. Tras algunos meses de la muerte de la mujer su hijo se suicidó. A Putz le declararon culpable y recibió una condena condicional de nueve meses.
Sin embargo, el Tribunal Federal desestimó las acusaciones y declaró que el abogado actuó en interés de la paciente, ya que ella expresó claramente su voluntad de no vivir y no tenía ninguna posibilidad de curarse. La ley que permite a las personas elegir la cantidad de ayuda que le gustaría tener en una situación crítica, entró en vigor en Alemania en septiembre de 2009.
Organizaciones que defienden los derechos de los pacientes advirtieron que, para evitar controversias, hay que formular claramente y sin ambigüedades sus deseos en cuanto al soporte de vida artificial.