Los especialistas tomaron una serie de muestras del borde del agujero, de 60 metros de profundidad, y de sus alrededores, que ahora están siendo analizados en un laboratorio. Andrei Plejanov, el jefe investigador del Centro de Investigación Científica del Ártico, indica que el cráter podría ser el resultado de una "acumulación de presión excesiva" subterránea debido al aumento de temperatura en la región.
El investigador pone en duda que el cráter haya surgido tras la caída de un meteorito o una actividad humana, afirmando que el 80% del foso parecía compuesto de hielo y que no había ningún vestigio de explosión. "No había ningún rastro de impacto antropogénico cerca del cráter, ni ningún rastro de presencia humana, a excepción de unas pocas huellas de trineo y, por supuesto, los rastros de renos. Si hubiera sido un desastre ocasionado por la mano del hombre vinculado al bombeo de gas, habría ocurrido cerca de los campos de gas", dice Andrey Plejánov.