Células madre podrían viabilizar un 'Parque Jurásico' en San Diego
El zoológico de San Diego (California, EE. UU.) y el Instituto de Investigaciones Scripps, situado en la misma ciudad pretenden recuperar la populación de especies raras e incluso desaparecidas a través de la tecnología de células troncales. Esta tecnología comprende la toma de células congeladas de un animal muerto, su programación como esperma y óvulos y luego su uso para reproducir animales de especies en peligro de desaparición.
El objetivo de la colaboración entre los dos organismos parece algo fantástico, pero los representantes del instituto informaron a la comunidad científica sobre el importante éxito con las células de la piel de los mandriles. Esta especie de monos había habitado vastas zonas en Nigeria, Camerún y Guinea Ecuatorial antes de que su número se redujera significativamente, y ahora le amenazara la extinción completa.
Concretamente, de una multitud de células congeladas los ingenieros biólogos han cultivado todo el tipo de tejidos correspondientes a ese mamífero. El fin del largo plazo para el equipo es criar a base de las células madre el esperma y los óvulos, que servirían para reproducir a los mandriles de un método similar a la fecundación In Vitro. Así uno puede obtener retoños de los animales que ya están extintos, explican los científicos del Instituto Scripps.
Potencialmente la tecnología facilita la instauración de unas especies prehistóricas cuyos patrones se han conservado en glaciares del Ártico y de la Antártida. Entonces el zoológico de San Diego bien se convertiría en un verdadero 'Parque Jurásico'.
Obviamente, muchos problemas de ingeniería biológica no se dan por resueltos todavía, en especial con los animales fósiles. En la producción del material biológico el equipo usa virus, especialmente confeccionados, para llevar cuatro genes humanos que pueden reprogramar y devolver las células maduras a su estado embrionario. Los científicos admiten que el mecanismo dejó de funcionar con células del rinoceronte blanco del norte, porque podría resultar necesario el uso de versiones de los genes correspondientes a cada especie. Y el genoma del rinoceronte está lejos de su desciframiento.
Hace varios años los biólogos rusos ya intentaron identificar y reproducir del mismo modo el genoma de un mamut y el de un avispón prehistórico, ambos organismos perfectamente conservados en los hielos subterráneos de la zona ártica rusa. Pese a que el material biológico era como si conservara algo de vida, los científicos no lograron ningún éxito. Detrás de una forma perfecta no se ocultaba ni una molécula completa de ácido desoxiribonucleico (ADN) que facilitaría la clonación o la reproducción de algún tejido.