La investigación del profesor Jack Cuzick, director del Centro de Prevención del Cáncer de la Universidad Queen Mary de Londres, Reino Unido, concluyó que se podrían haber evitado más de 130.000 fallecimientos por culpa del cáncer en un periodo de 20 años en Gran Bretaña si las personas de entre 50 y 65 años de edad hubieran tomado a diario una aspirina durante una década, ya que los efectos beneficiosos de esta permanecen en el organismo incluso después de que el efecto del comprimido haya terminado.
Cuzick declaró que consumir aspirinas "parece ser lo mejor que podemos hacer de momento para reducir el riesgo de cáncer, después de dejar de fumar y luchar contra la obesidad". Además opina que esta costumbre será mucho más fácil de adoptar que abandonar vicios como el alcohol y el tabaco.
El consumo habitual de aspirina puede reducir el riesgo de desarrollar cáncer de colon, de esófago, de estómago, de pulmón y de próstata, entre otros de los más comunes.
La aspirina es un fármaco que se diseñó originalmente como un analgésico y tratamiento para la fiebre, el dolor y la inflamación, patentado por los laboratorios Bayer en la década de los 30 del siglo pasado, aunque su composición química principal, el ácido acetilsalicílico, fue sintetizada por primera vez en el siglo XIX por el químico francés Charles Gerhardt.