"Tuve que estar yendo a rehabilitación durante tres años después de caerme por unas escaleras y sin embargo aún no puedo caminar", dijo la pintora Yekaterina Románova, una de los más de cien voluntarios presentados a las pruebas que comenzarán este otoño, en declaraciones al diario ruso 'Izvestia'. "Con el exoesqueleto caminaré sin ayuda y podré salir a comprar pinturas para mis cuadros sin tener que pedirle ayuda a nadie", añadió.
Según Yekaterina Beriozi, directora de ExoAtlet, una empresa fundada en el centro de investigación de la Universidad Estatal de Moscú (MGU por sus siglas en ruso), "un exoesqueleto puede ayudar a una persona a mantenerse erguida, lo que permite que los músculos se ejerciten y que sus pulmones funcionen adecuadamente, disminuyendo así el riesgo de contraer infecciones urológicas".
ReWalk, el destacado exoesqueleto fabricado por Israel, hace poco empezó a venderse al por menor en Estados Unidos a un precio de 70.000 dólares por unidad, mientras que el dispositivo médico ruso de ExoAtlet costará la mitad una vez que llegue al mercado.
Si el prototipo supera satisfactoriamente las primeras fases de prueba, es probable que durante el verano de 2015 el exoesqueleto médico se someta a pruebas clínicas en centros de rehabilitación y, por consiguiente, reciba la certificación de calidad de las autoridades sanitarias.
Los primeros exoesqueletos fueron patentados en el siglo XIX, mientras que los primeros con capacidad funcional fueron los prototipos fabricados en la década de los sesenta del pasado siglo. Las últimas estadísticas de la Organización Mundial de la Salud mostraron que al menos 500.000 personas en todo el mundo sufren serios daños vertebrales y, aunque no todos ellas necesiten un exoesqueleto, millones de personas discapacitadas verán transformada su vida con este moderno dispositivo robótico.