En su estudio James Kennett, profesor emérito de Ciencias de la Tierra en la UC Santa Barbara, y sus colegas se concentraron en la distribución en el planeta de los nanodiamantes, material que puede producirse en grandes impactos cósmicos.
Un grupo grande de científicos de 21 universidades de 6 países investigó los nanodiamantes en Norteamérica, Europa y Oriente Medio, y halló una gran cantidad de estas diminutas piezas distribuidas a lo largo de más de 50 millones de kilómetros cuadrados en el hemisferio norte en el límite de sedimentos del periodo Reciente Dryas. Aparte de este límite, hay solo uno que también contiene grandes cantidades de diamantes: el del Cretácico-Terciario, de hace unos 65 millones de años, asociado con la extinción de los dinosaurios.
Los diamantes tienen formas variadas, entre ellas cúbica y hexagonal. La variedad se debe a la diversidad de temperaturas, presión y nivel de oxígeno que acompañaron el impacto, señala Kennett en su comunicado. "Se trata de las condiciones exóticas que conjuntamente produjeron los diamantes del carbono terrestre; los diamantes no llegaron montando en un meteorito o cometa", sostiene.