El 2 de julio de 1967 los científicos descubrieron casualmente la existencia de los agujeros negros. Un conjunto de satélites desplegados para buscar pruebas de armas nucleares registraron los rayos gamma procedentes de un lugar inesperado: el universo.
Actualmente ya se sabe que aproximadamente una vez al día en el universo se produce una explosión de rayos gamma que en dos segundos produce más energía que toda nuestra galaxia en un año. Por su fuerza, si una explosión de esas características tuviera lugar cerca de nuestra galaxia, su radiación nos afectaría muy gravemente. Como informa 'The New York Times', la explosión más cercana a nosotros se produjo a 119 millones de años de luz y la más lejana, a 31 billones de años de luz.
Ahora, gracias a la simulación realizada en Fráncfort, podemos ver cómo colisionan dos estrellas de neutrones formando así un agujero negro. En unos milisegundos las estrellas se rompen y sus contenidos densos y calientes van hacia el exterior; pasados unos segundos más la estrella de mayor tamaño ya tiene tanta materia caliente de mucha gravedad que explota y forma el agujero negro. Sin embargo, pese a estas simulaciones, todavía hay teorías que mantienen que los agujeros negros ni siquiera existen.